“Solo puedes proteger tus libertades en este mundo mediante la protección de la libertad de otro hombre” Clarence Darrow.
La semana pasada en la Biblioteca Pública Virgilio Barco los miembros que conformaron lo que fue el último Secretariado de las extintas FARC-EP asistieron a una audiencia ante la Justicia Especial para la Paz (JEP), en esta los exguerrilleros reconocieron el crimen de secuestro cometido durante décadas por la organización de la cual fueron comandantes. Varias víctimas encararon a los que fueron sus verdugos y carceleros. El evento fue histórico porque Colombia ha sido uno de los países más golpeados por este delito tan impactante, al punto de haber reportado la mayor cantidad de secuestros en la historia reciente. Son muchos los trabajos que abordan los atentados a la libertad personal en Colombia, uno de los más completos y conmovedores se titula Una sociedad secuestrada. Documento que fue publicado por el Centro Nacional de Memoria Histórica en el 2013. Este hace un análisis riguroso del impacto psicológico y económico que tiene el secuestro sobre quienes lo han sufrido, la historia y desarrollo de dicho crimen, las distintas motivaciones de las organizaciones al margen de la ley para llevarlo a cabo, la reacción de la sociedad civil que protestó para exigir la inmediata liberación de todos los secuestrados, las fallas y aciertos del Estado en la creación de legislación y de políticas públicas que prevengan, atiendan, liberen y acompañen a las víctimas y, al mismo tiempo, judicialicen a los victimarios materiales e intelectuales. El trabajo de los organismos de seguridad en lo que se refiere a rescates y capturas, el rol humanitario y empático que hizo la prensa para darle relevancia y acompañamiento a los secuestrados y a sus familias y finalmente los artistas que, por medio de su trabajo, revelaron este horror plasmando en su obra el dolor de las personas a las que les fue violado sin una razón justificable uno de sus derechos más importantes: la libertad.
El primer secuestro del que se tiene registro en Colombia fue el de Elisa Eder, hija del empresario Harold Eder, dueño del ingenio azucarero Manuelita. Años más tarde, el propio Harold Eder sería raptado en lo que fue el primer secuestro perpetrado por las FARC. Este terminaría con la muerte del empresario vallecaucano el 20 de marzo de 1965 tras 15 días de apresamiento. Sin embargo, el CNMH llegó a la conclusión de que el secuestro se convirtió en un verdadero problema de seguridad e interés nacional en la década de 1970, en esta se da la fase de Inicio(1970-1989), fue durante este periodo en el que la guerrilla del M-19 secuestró y asesinó al dirigente sindical José Raquel Mercado. Más adelante esa misma organización tomó como rehén a Martha Nieves Ochoa. Como respuesta los miembros del Cártel de Medellín crearon Muerte a Secuestradores, mejor conocido como el MAS. Dicho grupo sería uno de los gérmenes del fenómeno paramilitar colombiano. La siguiente fase fue la de Escalamiento(1990-1995), fue aquí que empezaron a involucrase otros actores como los carteles del narcotráfico, los cuales empezaron a secuestrar a personalidades importantes pertenecientes a las élites políticas y económicas del país. La meta era presionar al Estado colombiano para que negociara con esos grupos y no aprobara la extradición de nacionales a cárceles extranjeras. Después llegaría la etapa de la Masificación(1996-2000), en la que el secuestro se convertiría en parte de la realidad cotidiana de los colombianos. Durante esta época se presentaron secuestros masivos, como los ocurridos en la iglesia La María en Cali el 30 de mayo de 1999 y el del avión de Avianca que cubría la ruta de Bogotá-Bucaramanga ocurrido el 12 de abril de ese mismo año. Un componente importante de este tiempo fueron las tomas guerrilleras, hechos en los que centenares de miembros de la Fuerza Pública fueron tomados como prisioneros. Varios de ellos duraron más de una década en cautiverio.
El trabajo destaca que el grupo que cometió la mayoría de secuestros fue el de las FARC, organización que retuvo a varios militares, policías y funcionarios públicos con la meta de canjearlos por los guerrilleros presos en las cárceles. La Contención (2001-2005) se destacó por ser el momento en el que los organismos de seguridad del Estado, amparados por la política de Seguridad Democrática intentaron reducir el accionar de los secuestradores a través del fortalecimiento de grupos especializados antisecuestro como el GAULA, lo que conllevó a una reducción considerable de secuestros por año. El Estado logró tener más control del territorio y evitó que se produjeran más raptos masivos y pescas milagrosas. El último periodo recibió el nombre de Reacomodamiento(2006-2010) durante estos años las bandas criminales mutaron su accionar para evadir la respuesta de las autoridades.
El secuestro es uno de los componentes más importantes para comprender el conflicto armado colombiano, pues generó un escenario perfecto para que delincuentes de toda índole y pensamiento político vieran en este una herramienta poderosa para financiarse, darle la batalla al Estado y obtener publicidad y fama. Esta atrocidad ha dejado un saldo de más de 200.000 víctimas directas, acorralando y aterrorizando a toda la ciudadanía colombiana. Si bien el país dejó de reportar la cifra de más de 3000 secuestros por año aún falta mucho por hacer frente a este tema. Las audiencias que componen el macro caso 01 de la JEP son un gran paso para encontrar verdad, justicia y reparación. La mayoría de casos de secuestro en Colombia han quedado en una rampante impunidad, a consecuencia de la falta de competencia del Estado para atender las necesidades de las víctimas y para castigar a los perpetradores. Hasta hace muy poco las estadísticas de esta desgracia empezaron a centralizarse. El legislador, bajo la falsa promesa de que los problemas de la sociedad se resuelven con penas de prisión más largas y severas ha dado soluciones que rayan con el populismo punitivo. Si bien hay logros destacables de las fuerzas militares y de policía para combatir a aquellos que atentan contra la libertad personal aún hay mucho por hacer frente a este tema. Especialmente frente a problemáticas de corrupción y prevención del delito. El poder judicial está en mora con la nación, pues su trabajo investigativo y de judicialización ha sido lento e insatisfactorio. Hoy en día Colombia ya no es una sociedad secuestrada, pero los colombianos no nos podemos dar el lujo de olvidarnos de nuestros compatriotas que aún siguen padeciendo el dolor de este drama.
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