Con esta frase, que se adjudica a Santa Teresa de Ávila empieza Tiempos recios, la última novela de Mario Vargas Llosa. En estas páginas se relata cómo un país, la República de Guatemala, gracias a las dinámicas de la Guerra Fría terminó atrapada en una espiral de violencia, invasiones, ruidos de sables e interrupción de las instituciones democráticas. Bajo la línea de Conversación en La Catedral y la Fiesta del Chivo, el Nobel peruano narra cómo varios personajes intentaron hacerse con el poder con el único fin de saciar sus ambiciones. Específicamente, la novela cuenta el rol que jugó la CIA, el gobierno de Eisenhower con la ayuda de John Peurifoy; el cual era su embajador en esta nación, Anastasio Somoza, Rafael Trujillo, facciones del Ejército guatemalteco, el publicista Edward L. Bernays y el dueño de la United Fruit Company, Sam Zemuray. Todos ellos finiquitaron un golpe de Estado en 1954, este fue dirigido por el coronel Carlos Castillo Armas y tenía como principal objetivo derrocar al presidente Jacobo Árbenz.
¿Por qué tantas personalidades y organizaciones poderosas conspiraron para interrumpir la democracia en Guatemala? La respuesta está enclaustrada en dos palabras: ambición y miedo. El presidente Árbenz tenía pensado desarrollar una serie de planes para modernizar el país. Entre dichas políticas estaba incluida una reforma agraria para aprovechar más la tierra, combatir el latifundismo y, sobre todo, cobrar impuestos a las multinacionales bananeras que tenían grandes ganancias y no dejaban un centavo de tributo en la tierra que los enriquecía.
En Tiempos recios se hace una radiografía de los problemas que tuvieron y han tenido enclaustrados a varios países de América Latina en la pobreza, la violencia, la desigualdad y el autoritarismo. Muchos de los personajes muestran ese arribismo tan típico de los líderes que se supone deben ser los garantes de los destinos de los pueblos para llevarlos a la prosperidad, la tolerancia, la paz y la justicia. Paradójicamente, al estar dentro de la lógica del enemigo interno, tan característica de la Guerra Fría, la democracia más estable y rica del continente americano justificó y ayudó a imponer una dictadura en Guatemala. Y, como lo ve el autor arequipeño:
Hechas las sumas y las restas, la intervención norteamericana en Guatemala retrasó decenas de años la democratización del continente y costó millares de muertos, pues contribuyó a polarizar el mito de la revolución armada y el socialismo en toda América Latina. Jóvenes de por lo menos tres generaciones mataron y se hicieron matar por otro sueño imposible, más radical y trágico todavía que el de Jacobo Árbenz” (Vargas Llosa, 2019, p.351).
En Tiempos recios están retratados también personajes que para la época eran considerados ciudadanos de segunda categoría o meros objetos decorativos, dichos protagonistas son los indígenas y las mujeres. A lo largo de las páginas se pueden ver las condiciones de vulnerabilidad en las que vivían e incluso, el estado de indefensión que padecían, hasta el punto de ser analfabetos. Las mujeres, por otro lado, se veían atrapadas por la codicia, el machismo y el desprecio de muchos de estos líderes y hacendados. Durante la presentación del libro en la Casa de América, en Madrid, Vargas Llosa resaltó que el mayor problema de Latinoamérica fue la llegada de estos dictadores que han saqueado y llevado a la guerra a sus pueblos con el poco dinero que quedaba tras la gesta libertadora consumada por Bolívar. Este libro, escrito por el peruano considerado por muchos como el autor más importante de la lengua española de nuestros tiempos no solo es un análisis de la cuestión guatemalteca, sino de la cuestión latinoamericana también. Tiempos recios es una lectura obligatoria para entender que valores como la libertad, la justicia y el pluralismo son necesarios para la construcción de una América Latina democrática y próspera.
Nota: en la portada del libro se puede ver una obra del pintor mexicano Rufino Tamayo. Esta pintura muestra la pelea entre una serpiente y un tigre. En mi opinión, plasma de manera abstracta y creativa la trama de esta novela.
Reseña escrita el 30 de julio de 2020.
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